domingo, 3 de julio de 2016

La UCV “Zona de Paz”

Las Zonas de Paz fueron creadas en septiembre de 2013 como parte de un plan del Gobierno denominado Movimiento por la Paz y por la Vida.  A la cabeza del proyecto estuvo el para entonces viceministro de Seguridad Ciudadana, José Vicente Rangel Ávalos. Para algunos un proyecto altruista que buscaba lograr pacificar los municipios con mayores índices de criminalidad de todo el país mediante el diálogo, pero ocurrió todo lo contrario, como fue la proliferación de las bandas delictivas, que se aprovecharon  de  la licencia que le dio el gobierno para aumentar su poder, logrando expandirse por casi todo el territorio nacional, esto según el experto en criminalidad, el abogado Mármol García.
No hay que hacer un recuento de lo que esto ha significado en el aumento de la criminalidad en todo el país, los hechos hablan por sí solos, es casi imposible que delincuentes que han hecho del crimen un modo de vida, y que crecieron entre la violencia entreguen voluntariamente sus armas, pensar que esto es así es más que una ingenuidad, y falta de asesoramiento psicológico en el desarrollo del individuo por las personas responsables que vendieron ese plan como parte de una salida a este complejo problema.

Tampoco se puede comprender que la universidad venezolana, que tiene entre su plantel profesoral a un gran número de expertos en materia de criminalidad no haya sido capaz de coordinar un plan de seguridad conjuntamente con el estado para dar respuesta a la gran cantidad de delitos que se cometen a diario dentro de la casa que vence las sombras. 
Pareciera que no hay voluntad por parte de las autoridades para encarar el tema. A diario somos testigos del micro tráfico de drogas que se da en nuestra casa de estudios, los arrebatones que a todas horas vemos, y después de las seis de la tarde en nuestra universidad hay un toque de queda, los profesores damos clases con los salones bajo llave, y luego para salir de la universidad se da todo un proceso angustiante, no es de extrañar oír pedidos de auxilios de estudiantes que están siendo agredidos, robos de vehículos y de motocicletas, y todo esto bajo la mirada de los encargados de la seguridad en la universidad, que al increparlos a cumplir con su deber te dicen claramente que ellos no pueden hacer nada, no tienen ni la preparación ni los implementos necesarios para enfrentar al hamponato que ha hecho suya la universidad, yo mismo fui testigo de cómo unos vigilantes perseguían, corriendo,  un auto que estaba siendo robado, y lo único que podían hacer era lanzarle piedras.
La UCV se ha convertido en “Zona de Paz”, y esto bajo el argumento de mantener la autonomía universitaria, a mi entender una argumentación que sería novedosa en los años 70, cuando los amigos que en su mayoría hoy están en el gobierno y estudiaron en nuestra universidad, no podían ver a alguien sospechoso de pertenecer a algún cuerpo de seguridad de estado, el mismo era detenido e interrogado, y lo menos que se ganaba era una golpiza, y un “no te queremos ver más por aquí”.
En la actualidad el argumento de la autonomía universitaria en el tema de seguridad interna suena anacrónico, en el medio de un país que exige de los expertos opciones para vencer nuestros males, la UCV debería estar dando ejemplo de cómo hacer para controlar la criminalidad, creando planes conjuntos con los cuerpos de seguridad del estado para lograr este objetivo. 
La posibilidad de crear convenios educativos con los diferentes cuerpos de seguridad del estado en el tema de la investigación criminalista en el área de postgrados, enlazar con la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) para debatir la posibilidad de un intercambio de conocimientos y llevar a sus alumnos a nuestras aulas, abrir cátedras sobre Derechos Humanos dirigidos a los oficiales en formación, para que sean ellos los que coordinadamente con nuestra seguridad interna realicen labores de inteligencia y logremos reducir los índices de criminalidad dentro de nuestra universidad, y a su vez estos oficiales en formación se relacionen con nuestros estudiantes construyendo hermandad y solidaridad, son algunas ideas, ya queda de parte de los expertos evaluarlas.  Mi llamado es que seamos parte de las soluciones no de los problemas, la universidad esta llamada en estos tiempos de incertidumbre, a ser constructora de paz y de esperanza.







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