Estamos en lo peor de ambos mundos, entre un
socialismo anacrónico y un capitalismo de estado, o al revés, que da lo mismo. Por un lado la situación económica nos arrastra hacia un capitalismo salvaje, y se desata
lo peor del sistema económico; especulación, inflación, usura, ganancias
escandalosas, escasez, todo esto gracias a políticas económicas que han
exacerbado el rentismo petrolero. La falta de producción venezolana se debe a
que es más rentable importar cualquier cosa que producirlo en el país, ¿Quién
va a cultivar caraotas si sale veinte veces más barato traerlas de China?, esto
para poner un solo ejemplo. Ni el pabellón criollo se salva, ya que dejó de ser
criollo para convertirse en un plato internacional: arroz de Paraguay, carne de
Argentina o Brasil, caraotas de no se sabe dónde, pareciera que lo único que
nos está quedando son los plátanos.
Una economía que ha acabado con el valor
real de la moneda, ya hablar de miles de bolívares es irrelevante, la
eliminación de los ceros en la moneda para tratar de darle una sensación de
fortaleza quedó en el pasado; ya nadie se agacha a recoger una moneda del piso,
no vale el esfuerzo. Pareciera que el capitalismo de estado ha logrado destruir
lo poco que por más de cincuenta años se logró construir, siempre bajo el manto
de la renta petrolera, pero con la visión de que se debía superar este lastre.
Para los nuevos administradores del Estado ha sido más fácil apoyarse en el
rentismo petrolero para afianzarse en el poder. Del otro lado la nueva clase política ha
utilizado el discurso del socialismo como herramienta de dominación, un
discurso que no va más allá de palabras vacías.
La lucha contra la pobreza,
y la tan pregonada igualdad, solo se da en las mentes voluntariosas de algunos,
las políticas asistencialistas han dado como resultado el mantenimiento de la
pobreza en limites que son aceptados por aquellos que la sufren, sobreviviendo,
literalmente hablando, en una sociedad que se ha caotizado y empobrecido, tanto
económica como socialmente. El socialismo derivado en autoritarismo y
militarismo no ha sido un buen ejemplo, por el contrario las “autoridades” se
han dedicado a violentar las normas y las leyes, logrando con ello que una parte
de la población haya perdido la civilidad y sus valores, entre ellos el derecho
a la vida.
El asesinato se ha convertido en algo cotidiano, ya ni los crímenes
estilos películas de Hollywood nos impresionan. Los altos jerarcas del régimen
convocan marchas para defender la vida de los que mueren a miles de kilómetros
de nuestra patria, pero son incapaces de levantar un movimiento nacional en
contra de la violencia, la cual vivimos a diario con sólo salir de nuestros
hogares, al sumergirnos en la vorágine en que se han convertido nuestras
ciudades, no han podido mantener un mínimo de orden, el socialismo a
la venezolana ha fracasado, ¿o será que todo esto ha sido una política
premeditada? Me queda la duda.