sábado, 10 de diciembre de 2011

Los trabajadores a la espera del designio del todo poderoso de Miraflores

 La Ley del Trabajo, luego de la constitución, es la ley más importante que rige las relaciones entre los individuos en cualquier sociedad, siendo aquellas que se plantean entre trabajadores, empresarios y el Estado, esté último desempeñando dos papeles o roles, el primero como el mayor empleador, y el segundo como mediador entre las partes.  El pacto social que esta ley significa va más allá de esa visión simple y maniqueista que tienen algunos de la sociedad, solo aquellos que pretenden imponer un pensamiento único y una visión única de la sociedad pueden plantearse realizar una nueva ley del trabajo detrás de un escritorio sin consulta alguna. 
 Un gobierno que predica la participación protagónica y participativa, pero en la realidad no crea ningún mecanismo de consulta para la participación en la elaboración de esta ley, muy por el contrario, la saca del parlamento que sería el foro político constitucional para su discusión, y la esconde entre cuatro paredes rojas rojitas.
¿Qué se esconde detrás de todo este tinglado?, ¿cuál es la verdadera intención en pretender hacer una ley a espalda de los trabajadores?, esto lo menos que genera es suspicacia, no olvidemos las palabras de uno de los ideólogos del régimen, el general Müller Rojas, quien afirmó en un foro en el estado Bolívar que,  “Los sindicatos no tiene razón de ser en el socialismo”, y remató con otra frase lapidaria, “los sindicatos no tienen cabida en el modelo socialista”. Como diría un amigo sindicalista de Guayana, más claro no canta un gallo, por cierto que los compañeros sindicalistas de las empresas básicas si han sabido que es vivir el socialismo: represión, judicialización de la protesta, cárcel y sicariato sindical.
 Lamentablemente vemos a unos pseudo sindicalistas aupar esta aberración, nada más y nada menos que la entrega del instrumento de mayor importancia que ha logrado en toda su historia el movimiento sindical, la ley que nos da el derecho a huelga, a la contratación colectiva, el derecho a organizarnos para defendernos ante las pretensiones de algunos en querer explotarnos como clase, pero a estos mal llamados sindicalistas les espera un solo destino, su desaparición cuando hayan cumplido su función de  esquiroles, serán los primeros en recibir por parte del que hoy aplauden el desprecio y las descalificaciones cuando osen exigir algún derecho, ejemplos sobran. El llamado a los trabajadores es exigir que la elaboración de la ley del trabajo sea realizada en la Asamblea Nacional, para que todos la conozcamos, como es el mandato de la Asamblea Constituyente de 1999. 

lunes, 14 de noviembre de 2011

Quiero ser un “indignado” en Madrid

La realidad de nuestra madre patria no es otra que ser uno de los países de Europa con más problemas económicos. Esto ha conllevado a que una población joven decidiera iniciar una serie de manifestaciones y de marchas en Madrid y Barcelona, no se les ocurrió otro sitio mejor, que dos de las ciudades más bellas del mundo, bueno este no es el tema, y  sin entrar en el fondo del asunto, o el por qué manifiestan nuestros hermanos españoles, lo que quisiera es llamar la atención sobre la seguridad social en ese país, por ejemplo: los hospitales son públicos y  allí asisten a todos los ciudadanos, lo que incluye a los representantes del gobierno español y a su realeza. Lo que demuestra que el sistema de salud funciona, no se conocen noticias que nos digan que el rey o primer ministro español salieron a tal o cual  país para hacerse un chequeo médico o tratarse alguna enfermedad. 
Lo otro, la educación, es sabido por todos de las grandes universidades españolas que acogen a estudiantes de todo el mundo, y esto debido a su alto grado de excelencia, y ni hablar de la cantidad de jóvenes que son graduados por este sistema educativo, que también es público, es decir, el Estado asumió la educación como una prioridad, y así lo ha demostrado a lo largo de los años. Sean gobiernos socialistas o de derecha, se ha instalado en ese país, una decisión por parte de quienes los gobiernan, de que estos servicios son y serán gratuitos y de carácter universal. Tampoco vemos que cuando hay un cambio de gobierno se destruye todo lo anterior para inventar algo nuevo, muy por el contrario se mejora, es un compromiso de todos los ciudadanos españoles.
Y para rematar estos españoles si inventan,  miren que tener hasta planes para la vejez, incluido un sistema de pensiones  y subsidios para los que por acá mientan adultos mayores, diferenciando entre los pensionados que cotizaron a lo largo de sus años productivos, los cuales reciben una media de “820 euros” al mes como pensión, y los que no lograron cotizar lo mínimo requerido se les otorga un subsidio de más de “400 euros” al mes, es decir todos cobran una asignación por parte del Estado. En la actualidad hay más de  nueve millones de pensionados en España.
Y la guinda que faltaba, hay un seguro de paro laboral, sí, hay más de cinco millones de españoles que cobran este seguro por no tener empleo, el cual es de aproximadamente “430 euros” mensuales, es decir los que marchan y toman plazas en Madrid, gozan de este beneficio. De verdad que ser “indignado” en España es, como dicen mis hijos, una nota.
 Con esto no quiero ir en contra del derecho que tienen todos los ciudadanos españoles a manifestar y de exigir mejoras en la seguridad social y que se le respeten sus beneficios, lo que quiero es llamar la atención a los amigos que dirigen en la actualidad a nuestro país, y que en vez de estar criticando al gobierno español, se copien algunos de estos planes a ver si pasamos a ser indignados, pero en Venezuela.

martes, 27 de septiembre de 2011

La derecha y la izquierda


Hace algunos días me gane un regaño por un connotado economista, no viene al caso nombrarlo, esto debido a unas opiniones que di en una entrevista al periódico El Universal, en la que afirmaba que el problema que en la actualidad atraviesa nuestro país no es ideológico, muy por el contrario es de eficiencia en la gestión pública. Tal vez esto dicho así genere controversias, ya que la visión de los que se hacen llamar de izquierda, los que actualmente nos gobiernan, nos llevan en franco retroceso al siglo XVIII, y hay otros, los que llaman de derecha, que plantean las bondades del libre mercado como solución a todos los males que nos agobian.
Para mi esta discusión no tiene sentido, ya que si algún sistema de gobierno me garantiza que no asesinen a más jóvenes para quitarle un celular o un par de zapatos, que la electricidad no falle a cada rato, que en nuestro país haya un sistema ferroviario eficiente, unos hospitales públicos de primera, colegios y universidades con una educación de calidad, que no tengamos que pasar cuatro horas en un aeropuerto para tomar un vuelo y no se caigan los aviones, que no tengamos que andar de mercado en mercado buscando los productos de la cesta básica, que se construyan autopistas de primera, que tengamos un sistema de transporte que funcione, que los cuerpos de seguridad del estado cumplan con las leyes, que no asesinen a más de 200 venezolanos todas las semanas, que tengamos un sistema penitenciario humanizado, que los maestros, las enfermeras y los médicos sean bien remunerados, que los que nos gobiernan sepan que están allí para servir, que la corrupción no siga consumiendo más del 50% del presupuesto nacional, que podamos construir viviendas dignas para el millón de venezolanos que viven en sectores de alto riesgo, si esto lo logra alguien que no se identifique con ideología alguna, o se defina de izquierda, de centro o derecha, será entonces al que debamos elegir.
Reafirmo que nuestra sociedad no puede seguir esperando otro mesías, que entendamos que la única manera de enrumbarnos hacia el desarrollo es de forma colectiva, que todos asumamos que la vía es con inclusión y con políticas que reduzcan la pobreza a los más bajos niveles. De no ser así estamos condenados al fracaso.
Daniel Santolo

Una historia de nunca acabar

Venezuela esta hundida en una confrontación política que pareciera no tener fin, desde los años ochenta algunos sectores del país decidier...