jueves, 20 de abril de 2017

¿Hacia dónde vamos?

Hoy nuestro país se levanta oliendo a humo, a gases, y lo más doloroso, a sangre, sangre de venezolanos asesinados por la intolerancia, por el egoísmo, por las ambiciones. Para algunos será toda una celebración los hechos de violencia desmedida ocurridos el día de ayer, es su epopeya, su épica personal, dirán que: “no importan las vidas de nuestros hermanos” con tal de salir del “régimen”, para muchos los sacrificios de algunos es necesario para lograr el objetivo final, que no es otro que ir por el que piensa diferente, por aquel que dicen esta engañado, que su conciencia ha sido comprada por una migaja de pan, no hay miramientos, no importa la edad, ni el sexo, lo importante es el enfrentamiento, la batalla final.
Dicen ir en contra de los enemigos, pero ¿cuáles enemigos? El enemigo viene a ser el hombre humilde y necesitado que tiene aún esperanzas en una vida mejor, o  serán aquellos venezolanos que no aceptan la violencia como método de lucha, y critican estas acciones por demás irracionales. Entonces me pregunto, si estos son el enemigo, ¿qué hacer con estos venezolanos? Los exiliamos, los encerramos en mazmorras hasta que cambien de opinión, también algunos  piden que “despierten”, frase por cierto que pretende presentar a unos que se creen iluminados frente a los que no lo están. ¿Qué se busca?, un enfrentamiento entre hermanos, ya que por ningún lado veo al enemigo a enfrentar, ¿dónde están las tropas extranjeras que osan hollar nuestro suelo?, ¿dónde están a los que hay que combatir? Solo veo a mi alrededor hermanos enfrentados unos a otros, algunos con uniformes y otros sin él.
Hay otros que ven al enemigo en los ancianos necesitados que se ponen el uniforme de la milicia, de ellos hacen burla y los desprecian, pues les digo, esos pueden ser sus padres y sus abuelos que lamentablemente a lo largo de los años no han tenido la suerte de superar su pobreza.
Un pueblo que viene siendo sometido a mil penurias, ahora se les suma una más, la violencia política. Cuantos llamados se han hecho para no llegar allí, que es mejor dialogar que matarnos, pero se desoyen, pareciera que es intencional, que la única forma de acabar con el contrario es incitar al odio entre hermanos, que nos mátenos, que veamos a los enemigos reflejados en quienes piensan diferente a nosotros. Incitan a ver quiénes triunfan en esta batalla fratricida, que nos llevará al Armagedón, donde triunfará el bien sobre el mal, pero ¿de cuál lado de los que se enfrentan está el bien o el mal?
Muchos han jugado y siguen jugando a desatar los demonios del odio de clases, sabiendo que estos demonios no son controlables por los seres humanos, son seres celestiales, nos dice la biblia, que equivocaron su camino, y por ello fueron expulsados del cielo. Demonios que se alimentan de la violencia, del crimen, del odio que nace, entre otras cosas, de esos padres y hermanos que pierden a un ser querido, y no encuentran otra explicación que la que les ha sido proclamada, esa verdad que los impulsa a la venganza, venganza que tampoco tiene fin.
Es doloroso ver que todo este rio de gente que sele a las calles, con una gran fortaleza y dignidad, no sea enrumbado a enfrentar a los verdaderos demonios que vienen destruyendo nuestra sociedad, que no son otros que el hambre, la pobreza, la violencia, la mortalidad infantil, la falta de productividad de una sociedad acostumbrada al facilismo económico heredado de la renta petrolera.

Pero lamentablemente los pueblos también se enferman, y esta enfermedad que estamos atravesando como nación, en vez de mejorar empeora, sube la fiebre y no encontramos el remedio adecuado, y por el camino que vamos estoy seguro que no nos llevará a mejores derroteros, ya que los caminos de paz están siendo dejados de lado. ¿O será que algunos quieren que nuestro pueblo arda en la fiebre del odio?, recordemos que es impensable que algo que nace de la violencia nos traiga paz y sosiego.   

Una historia de nunca acabar

Venezuela esta hundida en una confrontación política que pareciera no tener fin, desde los años ochenta algunos sectores del país decidier...