En los primeros 40 años de
la democracia venezolana todo presidente dejó alguna obra emblemática para ser
recordado, entre ellas tenemos: Parque Central, el teatro Teresa Carreño, las
Empresas Básicas de Guayana, el Metro de Caracas, el Poliedro, entre otras
tantas, era como una norma no escrita, a
la cual no se le dio la importancia merecida, lo asumíamos como algo normal. Para
mi entender fue una conducta heredada de la dictadura precedente, la que tuvo,
como bondad, la realización de obras de gran envergadura que eran fiscalizadas
por el propio dictador. Con dolor debemos afirmar que éste gobierno, que se
hace llamar revolucionario, a dado al traste con este principio, y peor aún, ha
sido un factor de destrucción de lo que antes nos sentíamos orgullosos.
En caracas hay una
estructura que se ve desde casi cualquier punto de la ciudad, que podemos
afirmar, es el símbolo que mejor representa las obras de la revolución, la
torre CONFINANZAS, que debido a la crisis bancaria de 1994 su construcción se
paralizó y fue intervenida por parte del Estado, resultando que el conjunto
financiero fuera cedido a FOGADE, el cual en más de 15 años no ha sido capaz de
darle funcionalidad a una estructura de tamaña envergadura. En la actualidad sus
45 pisos se encuentran ocupados por damnificados, lo que se ha convertido en el
barrio más alto del mundo, donde impera la ley del más fuerte, en donde el
Estado ha sido relevado por la delincuencia y los grupos armados que mantienen
a los venezolanos que allí residen, y a los que no, en una permanente zozobra,
y sin autoridad alguna, esperando que un gobierno que dice dignificar a los
pobres haga valer su autoridad, y cumpla con sus obligaciones, entre ellas,
otorgarles una vivienda digna y devolverle a los habitantes de la zona la
tranquilad, ya que para nadie es un secreto los hechos delincuenciales que
desde allí se cometen, dándose el caso, que la única actuación policial que se
ha desarrollado en esta torre fue debido al secuestro del funcionario diplomático
costarricense, de lo contrario las autoridades correspondientes se hubiesen
seguido haciendo la vista gorda, ante este monumento al fracaso de un
gobierno que no ha sido capaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
El daño estructural que se
le ha hecho al país en los últimos años tiene responsables, el presidente y
quienes lo han acompañado, por ello hay que entender, que la única forma de
comenzar a recobrar la institucionalización y la paz, es desalojándolos del
poder, y llevar a una nueva generación de venezolanos que conduzca los destinos
del país, hay un camino, y el camino es el progreso, frente al atraso que
representa éste régimen.
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