Lo sucedido
el 8 de diciembre de 2012, cuando aproximadamente a las nueve de la noche, el
presidente Hugo Chávez en cadena nacional designa a Nicolás Maduro como su
sucesor para una transición, “si se presentara alguna circunstancia
sobrevenida…”, fueron las palabras que utilizó el presidente para dar paso a un
anuncio que nadie esperaba, Nicolás asumía la tarea de darle continuidad al
proyecto político que comenzó el comandante presidente.
Algunos piensan que esta decisión fue estrictamente personal por parte del mandatario,
con lo cual no estoy de acuerdo, ya que a mi entender se debió dar un debate
entre sus más allegados seguidores, o utilizando su jerga militarista, su alto
mando político.
Quienes en ese momento estelar
aparecen a su lado fueron Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, pero también estaban
Rafael Ramírez, Jorge Giordani, Jorge Arreaza, y el Almirante Diego Molero,
entre otras figuras, lo que me lleva a inferir que se dio un debate a lo interno
del equipo político, y es posible que hayan acordado, no sólo el sucesor de la
transición, sino también otros temas, en donde me atrevo a decir, que se
decidió quién o cómo, después de Nicolás, sería el nuevo sucesor a la
presidencia. En estos momentos de incertidumbre electoral, no sólo se juega la
asamblea nacional, también se pone en relieve a los liderazgos nacionales del
PSUV, aquellos que intentan perfilarse para la competencia estelar, las elecciones
presidenciales del 2018. Desde la desaparición del presidente Chávez dentro de
las filas de lo que se ha dado en llamar el chavismo, se vienen mostrando
algunos liderazgos con perfiles propios, lo que antes no hubiese sido posible
por la presencia física del comandante,
entre ellos considero que los que han tomado mayor relevancia dentro de sus
filas ante la opinión pública, son Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Jorge Arreaza y Tareck Aissami, individuos que
han ocupado y ocupan cargos de suma importancia dentro del gobierno, y dentro
del propio PSUV, lo que les ha dado un peso específico dentro de las filas del
chavismo.
Ciertamente, como afirmo al
principio, Chávez pudo influir sólo en la designación de Maduro, adquiriendo,
tal vez, algún tipo de compromiso a futuro, para así poder librar cualquier
oposición a su decisión en la designación de Nicolás. Entre estos compromisos
podríamos estar ante la posibilidad de unas elecciones internas del PSUV para
la designación de su próximo candidato presidencial. Este es el escenario, que
considero más lógico, el que evitaría una ruptura o división dentro del PSUV,
ya que sería normal la aspiración de estos y otros en la contienda por
representar el “legado del comandante eterno”.
Al observar el desarrollo en la
actividad política de cada uno de estos liderazgos a los que hago referencia,
es obvio ver hacia donde se dirigen y
cuál es el comportamiento que asumen para ganarse la voluntad de su militancia;
el primero de ellos Diosdado Cabello, que ha ocupado uno de los cargos de
elección popular con mayor protagonismo, el de ser presidente de la Asamblea
Nacional, se ha expuesto ante la opinión pública como el hombre fuerte, pero su
comportamiento deja al descubierto un talante poco democrático y autoritario,
lo que podría alejarlo de sus aspiraciones presidenciales, generando rechazo en
sus propias bases. Si vemos la actuación de Jorge Rodríguez, que ha desempeñado
cargos de suma importancia, como fue el de vicepresidente, y ahora como alcalde
de Caracas, pero más allá, ha sido el jefe de campañas electorales exitosas, lo
que le da ventaja en una contienda interna. Jorge es percibido por la población
como una figura arrogante, y a la vez triunfadora, de muy buen verbo, el cual
sabe usar para la manipulación, tal vez sea gracias a su educación como
psiquiatra, esto a lo interno del PSUV, tal vez le daría cierta ventaja en una
contienda interna.
Por otro lado se asoma, no con tanto protagonismo, pero sí
con firmeza, Jorge Arreaza, quien acompañó al presidente fallecido en todo
momento, también posee buen discurso y se presenta como un líder preparado,
organizado y responsable, que ha desempeñado las tareas que le han sido dadas
de forma eficiente, es lo que trata de mostrar, pero también goza del respaldo
de su esposa, la hija del comandante,
que es un aval nada despreciable, lo que lo conectaría con las bases que aún
mantienen un vínculo con el legado del comandante. Por último y no por ello en
minusvalía, Tareck El Aissami, presentándose con
un liderazgo lleno atributos, entre ellos la fuerza que le ha dado haber
ocupado altos cargos en el gobierno y salir de ellos con buena percepción, a
esto se le suma el triunfo en el estado Aragua, que ha sabido aprovechar para
catapultarse más allá de lo regional, ocupándose de sus labores como gobernador
pero sin abandonar el estrellato nacional, compitiendo con los liderazgos que
desde la capital del país tratan de repuntar.
Habrá que esperar para ver si
esta contienda interna se llevará a cabo, o si los acontecimientos políticos
precipitan alguna otra salida para la selección de la candidatura presidencial del
PSUV, diferentes a unas elecciones primarias, y
esto lo digo, ya que la situación que atraviesa nuestro país cada día se
complica más con tendencia a empeorar. Lamentablemente el sectarismo con que se
ha llevado la política por parte de aquellos que gobiernan alejan la
posibilidad de una normalización de la vida nacional, o al menos que alguno de
estos posibles sucesores del comandante fallecido entienda la necesidad de
abrir un poco las puertas y promover un acuerdo o entendimiento nacional, y así
tratar de solventar la crisis, sin desistir de su proyecto político, buscando
mecanismos que permitan la normalización de la política nacional. En la
actualidad le correspondería a Nicolás Maduro hacerlo, pero la propia
designación a la que fue sometido le ata las manos para abrir las puertas a un
entendimiento nacional, no vayan a acusarlo de abandonar el “legado del
comandante”, con lo que pasaría a la historia como aquel que traicionó al “segundo
padre de la patria”.
Para definir o dilucidar este
posible escenario electoral, y tener certeza de quién será el abanderado presidencial
del partido de gobierno, falta mucho tiempo, y es arriesgado hacer cualquier
afirmación, pero la actualidad nos indica que no se perfila Nicolás Maduro como
líder indiscutible del PSUV, hay demasiadas deficiencias al tratar de
construirse un perfil propio, por más que lo intente está atado al recuerdo aún
reciente del liderazgo mesiánico del presidente Chávez, algo difícil de
superar, lo que lo somete al escrutinio de sus propias bases partidistas que
será, creo, imposible de vencer.
Pero frente el panorama nada
alentador que atraviesa nuestra nación, debido a la gran cantidad de problemas
que padecemos, pareciera difícil que el actual régimen los logre solventar, por
lo cual la posibilidad de la sobrevivencia del proyecto político que nace con
Hugo Chávez, pareciera tener sus días contados.