Es probable de
que muchos de los que escriben en las redes sociales, especialmente en twitter,
muy pocas veces hayan caminado por el centro de la ciudad, y mucho menos saben
dónde queda la plaza de Catia o la redoma de Petare, más allá de referencias espaciales,
este oeste. Muchos de ellos se han convertido en una caja de resonancia,
repitiendo como loros, y algunas guacamayas, frases hechas. Eso es lo más cómodo y lleva el menor esfuerzo posible,
como es el pensar y razonar, repetir consignas vacías de contenido es lo
más fácil, entre ellas las consignas más sonadas y repetidas hasta el cansancio
de los “abstencionologos” son: “dictadura no sale con votos”, la otra más
promocionada, “los votos ya están en las maquinitas”, y cierran con la gran frase,
“Maduro no entregará el poder”.
Esto no fuese
un problema, si esas consignas no pasaran de las redes sociales, pero se torna
en tragedia cuando se constata fácticamente los resultados que ello ha tenido
en la política venezolana. Un pequeño recorrido por los resultados de esta
conseja nos saltan a la vista, como fue entregar las gobernaciones más
importantes del país y con el mayor número de votantes, ejemplo de ello la
entrega de la gobernación del Zulia y la perdida de la gobernación de Miranda, la
que estuvo en manos de la oposición por bastante tiempo, de 335 alcaldías se entregaron
317, todos los consejos legislativos quedaron en manos de la corriente gobiernera, haciendo un daño irreparable a los cuatro
gobernadores que sobrevivieron a esta política suicida de entregarse antes de
luchar, la guinda de la torta, 6 años más a Maduro como presidente. Ahora se
les pretende regalar 2400 concejales, toda una base de activismo político que
tanta falta nos hacen a las organizaciones políticas para ponernos al lado de
la gente de forma eficaz.
Me imagino
que al observar todo esto, los asesores políticos que paga el gobierno, se
frotan las manos y se dicen para sí, “este es el dinerito más fácil que me he
ganado en mi historia”, todo lo que hacen es repetir los mismos argumentos de
los opositores que se catalogan de “puros”, el resto, que enfrentamos esa
estrategia fracasada somos “colaboracionistas, ingenuos, vendidos”, y pare de
contar.
Hay leyendas
en nuestro país que han pasado de generación en generación, como la del silbón
o el de la sayona, que en nuestros campos y algunas ciudades todavía hay
quienes crean que esos personajes existen, por allí dicen algunos que anda la
loca Luz Caraballo. Lo mismo sucede con los cuentos sobre la vía electoral, se vienen
construyendo historias y leyendas que perduran de elección en elección, y peor
aún se incrementan e inventan nuevas leyendas, cuentos de la cripta que nos
alejan cada día más de un posible cambio de gobierno.
También hay
cuentos para cuando se obtiene algún triunfo electoral, inmediatamente te
lanzan como ejemplo lo ocurrido con la AN, te dicen que para que sirve ganar si
el gobierno después te inhabilita, que te crean organismos paralelos, que te
quitan las competencias, pero esos mismos argumentos demuestran que se puede
ganar, reconocen implícitamente que si es posible derrotar al gobierno, como
sucedió en el Táchira que casi se triplica en votos al candidato gobiernero. Una
de las gobernaciones más importantes del país por su estratégica posición fronteriza, ni siquiera se preguntan si el gobierno pudiese manipular los votos ¿Hubiese entregado esta gobernación?,
pregunten a los tachirenses si no prefieren a Leidy Gómez en la gobernación que
a algún otro. Ya saldrá alguno a decir que sí, que el gobierno nos deja ganar
algunas veces para justificarse y no sea tan evidente el fraude; de todo hay
para leer en twitter.
El cuento de
todos los cuentos, que ya se convierte en historia es la célebre frase de “las
elecciones son para legitimar al régimen”, una argumentación que no tiene pies
ni cabeza, cómo es posible legitimar esta tragedia, muy por el contrario
movilizarse en elecciones es la oportunidad para conectarse con esa base social
que no consigue salida, ponerse a su lado en sus necesidades, llevar un mensaje
de esperanza, vender un proyecto de país que dibuje un mejor futuro que logre
sacar a la gente de la apatía y la desesperanza, escenario que ha construido el
gobierno muy hábilmente con la ayuda de los que pregonan la abstención, son los
que repiten frases vacías de contenido político.
Votar es
evitar la rendición de un pueblo que no merece recorrer esta ruta que nos llevará
a más años de retroceso social y político.
Votar no es
legitimar al régimen, es seguir en la lucha política con una estrategia clara,
es movilizar y protestar a la vez, abandonar la ruta electoral es rendirse y
esperar que el silbón o la sayona nos libren de esta tragedia, o prefieren
seguir esperando por la loca Luz Caraballo.