Veo con asombro como somos capaces de cometer el mismo error político que se cometió entre el 2000 y 2002, retomar la vía violenta y de confrontación para desalojar del poder a quienes lo sustentan. Con todas las críticas que tengamos hacia quien nos gobierna, no puede ser esto lo que justifique acompañar a los que, como en el 2002, pretenden tomar el poder por vías nada democráticas. Será que se nos olvida como sectores sociales, entre ellos los trabajadores, fueron utilizados por éstos mismos grupos para sus fines golpistas, quedando en total evidencia su carácter nada democrático y excluyente, en especial con éste sector que colaboró, algunos por convicción, para desalojar de Miraflores al presidente Hugo Chávez.
Esta estrategia que pretende mantener a la población venezolana
encrespada y en un estado de angustia que los haga caer en la desesperación, va
acompañada de todo un accionar que impide que el país se normalice en lo
económico, con el argumento de que no hay que dejarlos gobernar. Estrategia que
quedó develada luego que gobernadores y alcaldes electos de la oposición
entendieron que debían trabajar con el gobierno central para tratar de resolver
los problemas más sentidos de la población, entre ellos la inseguridad. Estos sectores
que juegan a la desestabilización no lo podían permitir, cayendo en cuenta que
esto tendría resultados para ellos no convenientes, como por ejemplo, el
surgimiento de nuevos liderazgos en el país que pudiesen avanzar en un mediano
plazo en la construcción de una nueva mayoría que compitiera democráticamente
con lo que representa el régimen.
Estrategia que viene generando, nuevamente, un descontento y
animadversión en los sectores sociales que debemos ganarnos si queremos
convertirnos en una nueva mayoría, sectores que son afectados directamente, al
no poderse desplazar a sus trabajos, al enfrentarse a la violencia excluyente
de sectores que desprecian a las clases populares, que al no conseguir lo más
básico para subsistir, de inmediato ponen la culpa de nuestro lado. Ya se ven
confrontaciones entre los sectores de clase media contra las clases populares,
que nos guste o no, en su mayoría apoyan al gobierno. Consiguiendo con ello
empujarlos y amalgamarlos nuevamente
hacia lo que representa al chavismo.