El
movimiento sindical ha venido atravesando por más de 15 años toda una política de
control por parte de aquellos que pregonan el Socialismo del Siglo XXI, para
nadie es un secreto el accionar desde todas las instituciones públicas, como
por ejemplo el Ministerio del Trabajo y el CNE, para controlar al movimiento
sindical, buscando con ello domesticar a una clase trabajadora contestataria,
pero que en la actualidad no encuentra liderazgos que la enrumben en la defensa
de sus verdaderos intereses. No era de extrañar escuchar al presidente Chávez
regañando en cadena nacional a los directivos de sindicatos, afirmando que un
dirigente sindical no podía poner los “intereses mezquinos” de sus trabajadores
(entendiendo estos como una beca para útiles escolares, un HCM, bonos de
productividad, entre otros) por encima
de los intereses generales de la nación, que para esta clase política terminan siendo los intereses del partido de gobierno. Esta realidad no ha cambiado con
la partida del “comandante eterno”, sus herederos mantienen la misma línea política,
y ahora en manos del que se hace llamar el “presidente obrero”.
Es imposible
no ver el deterioro en que han llegado las diferentes centrales obreras en el
país, casi a su desaparición, sin democracia interna y sin voceros calificados que
sean reconocidos por los trabajadores como sus líderes laborales, no hay quién
les hable de la grave problemática que arropa a la clase trabajadora. Es paradójico
que en estos años hayan aumentado el número de sindicatos, siendo estos impulsados desde el gobierno y avalados por el
Ministerio del trabajo, y esta nueva matrícula de afiliación no refleja beneficios a favor
de los trabajadores, y menos en la mejora de sus condiciones laborales; las
contrataciones colectivas se han dejado a un lado, los intereses de los
trabajadores pasaron a un segundo plano, esto debido a la confrontación
política, a la polarización. La poca dirigencia que se mantiene al frente de
los organismos sindicales, algunos con más tiempo de lo necesario, ya no hablan
en nombre de los trabajadores y sus intereses, hablan en nombre de los
intereses de las diferentes cúpulas partidistas, sean estas del gobierno o de la
oposición, con salvadas excepciones.
Ver en la
actualidad a voceros de partidos asumiendo la convocatoria a la marcha del 1ro de
Mayo, con consignas vacías de contenido laboral, y a unos pocos dirigentes sindicales sirviendo de relleno, es un indicativo de lo que he denominado la claudicación
del movimiento sindical frente a intereses que no les son propios, ya que no es adecuado
que los trabajadores defiendan los intereses
de los patronos, sean estos públicos o privados, se deben es a la defensa de los
intereses de sus trabajadores, en la lucha por la mejora en su calidad de vida,
mediante la conquista de un salario decente, de condiciones laborales acordes
con la modernidad, una seguridad social que los saque de la miseria, planes de
jubilación que les den el descanso merecido al culminar su vida laboral; ¿dónde
están estos reclamos el día del trabajador? ¿Quiénes hacen estas exigencias?, y
¿en nombre de quién?
¿Con cuál
legitimidad algunos emplazan a los trabajadores? Y les reclamaran que no es
momento de defender sus derechos, que ahora la prioridad es el cambio del “régimen”,
que no es momento para desviar la lucha en exigencias laborales, derechos de
los trabajadores que en la actualidad son relevados a un segundo plano, coincidiendo
con las mismas prédicas del “líder de Sabaneta”. Encontrándose en estas
consignas los bandos en pugna, ya que la protesta callejera no es en defensa de
la clase trabajadora, para unos es la defensa de la “revolución”, y para otros
la batalla final para salir de quienes gobiernan.
Por cierto pregunto,
esos que reclaman que es la hora de la defensa de los valores democráticos, en
ellos, ¿incluirán la libertad y la autonomía sindical?
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