Alguien tal vez
podrá preguntarse qué relación puede existir entre estas dos expresiones, y hoy
la pregunta es más pertinente debido a las elecciones presidenciales en Brasil.
Algunos podrán decir que ciertamente las elecciones se han convertido en un
carnaval por cómo es la puesta en escena de los diferentes candidatos, otros
podrán afirmar que en los últimos tiempos se han convertido las elecciones en
un show mediático, pero no, esta no es la idea de este escrito, la comparación
va dirigida hacia el hecho social y lo que éste significa, veamos; el carnaval
ha sido a lo largo de la historia un evento en el que todos los sectores
sociales comparten unos días en dónde las inhibiciones son puestas a un lado,
en esos días de disfrute se exacerban las pasiones, son momentos en los cuales
los individuos ven solo oportunidades para el deleite, lo racional es puesto a
un lado y las acciones son dirigidas por la emoción del momento.
Brasil que es la
meca de los que disfrutan del carnaval nos ayuda a ejemplarizar lo que quiero
compartir. Allí se construyó el Sambodromo, donde una vez al año desfilan las
mejores escuelas de samba para obtener el premio a la mejor. Es en ese momento
donde se alcanza el clímax del carnaval en Río de Janeiro, la gente delira
viendo el pasar de las diferentes carrozas, que a lo largo de todo un año han
hecho sus mejores esfuerzos para ser la mejor. Al pasar los días y finalizar
las fiestas todos los que la han disfrutado vuelven a su vida normal, solo
quedan los recuerdos de aquellos días dominados en su mayor parte por la
emociones, solo aquellos que participaron con sus escuelas vuelven al trabajo a
analizar el porqué del triunfo o del fracaso, buscan en que mejorar, los coreógrafos y los bailarines hacen todo
lo posible para perfeccionar su actuación, y pasan todo un año reclutando a los
mejores y preparándose entusiastamente para el próximo carnaval.
Ahora, me
preguntarán, ¿y esto qué tiene que ver con las elecciones?, pues mucho es lo
que tienen en común, veamos cómo: en los procesos electorales los individuos
tienen un momento en el cual las emociones también ocupan un lugar estelar, es
el momento de mayor movilización y de la exacerbación de la política, se ponen
en escena todas las emociones y las paciones, las diferentes organizaciones
políticas desfilan frente a los electores para ofrecerles su oferta electoral,
la campaña logra crear esa euforia en grandes sectores sociales, mientras mayor
sea la contienda más elevado es el clímax y la efervescencia de la gente, vemos
desfilar por todos los medios las diferentes carrosas políticas como si
estuviésemos en el Sambodromo. Pero al igual que el carnaval acaba, las
elecciones también pasan, y la gente luego de ejercer su derecho político
siente que ha cumplido con su deber, perdiendo o ganando, todos vuelven a sus
actividades normales, ya pasó la fiesta ahora a la realidad cotidiana, a
subsistir, a ocuparse de lo privado, ya en lo público se cumplió, y al igual
que los bailarines y los coreógrafos los dirigentes políticos deben dedicarse a
la revisión de lo ya vivido, a buscar el porqué de los resultados electorales,
sean estos adversos o no, a preparar a sus militantes para fortalecerse y
mejorar lo que haya que mejorar para estar listos para la próxima contienda
electoral, esta es una de sus funciones principales, así lo debe entender la
dirigencia política, esa es una de las enseñanzas que nos dejan los procesos
electorales, y esa enseñanza también nos dice que no podemos exigirle a los
ciudadanos comunes, al músico, al médico, al obrero, al campesino, al cantautor
a la sociedad en general, que vivan en un eterno carnaval.
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