

Haciendo un paralelo a lo vivido por los
colombianos, pareciera que ya nos estamos acostumbrando a contar los muertos que son causa de los enfrentamientos que se dan en las manifestaciones, de jóvenes que pierden
su vida sin razón, al igual de como nos acostumbramos a las cifras de muertes
los fines de semana por causa del hampa; solo son un número más en las
estadísticas, pareciera que esa es la suerte que les espera a estos muchachos
que se hacen llamar “la resistencia”, todo un dolor compartido, ya que podrían ser
nuestros hijos.

Hoy veía a grupos de bachilleres en caravanas
con mucha emoción, en medio de equipos de sonidos a todo volumen festejando sus
éxitos, pareciera que hay dos Venezuela, la de Altamira y la otra, la real, la
de los millones de venezolanos que siguen con su vida, y se adaptan a las
circunstancias, que amoldan sus horarios y actividades, y cambian sus rutas
para no encontrase con las manifestaciones en las calles, y de esta forma
consiguen seguir existiendo y viviendo, es por ello que digo que corremos el
riesgo de acostumbrarnos a la violencia política, ya que a la delincuencial nos
hemos acostumbrado.
También debemos recordar que en estado de guerra
generalizado no existen derechos humanos, y son estos los momentos donde la ley
de la selva gobierna, son momentos en donde afloran los peores sentimientos
humanos, para muestra un botón, allí vemos los videos que evidencian la saña
con la cual los cuerpos de seguridad actúan y reprimen, pareciera que lo
disfrutaran, pero también del otro lado, cuando queman a seres humanos por
tener un color de piel diferente o parecerse al contrario, y se pretende tomar
la justicia con sus manos, son estos los momentos en que triunfa el salvajismo
y la barbarie, momentos en que los ejércitos opresores toman el control y se
hacen más fuertes y eficientes en la represión y la tortura.
A esto tendremos
que enfrentarnos también, y aprender a vivir con ello, ojala no nos
acostumbremos a la represión desmedida y podamos parar esto a tiempo, ya que
pareciera que el dicho popular de “nadie aprende en cabeza ajena” se impone en
nuestra sociedad, ya que con tantos ejemplos seguimos cometiendo los mismos
errores.
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