El presidente
Chávez hizo del resentimiento social una política para acceder al poder, supo
utilizar ese sentimiento que se encontraba latente en gran parte de la sociedad
venezolana con un objetivo político claro. Sentimiento que se complementaba con
el rencor y la sensación de exclusión y marginalidad social, y a esto se le
sumaba el sentimiento que considero de mayor gravedad, el de la revancha y la
venganza.
Chávez utilizó
los resentimientos de un gran sector de la población para llegar a
Miraflores. El presidente fallecido luego de ser electo exacerbó el
resentimiento social, y logró con ello construir una hegemonía política que polarizaba
electoralmente, la que le dio por esta vía, la electoral, más de una victoria.
Esa reconcomio social no solo pertenecía a las clases bajas de la población,
también un sector de clase media sentía que la clase política gobernante de ese
entonces era culpable de todos sus males, los que también terminaron apoyando
el proyecto político revanchista que hasta nuestros días ha perdurado.
Nuevamente
este fenómeno se manifiesta abiertamente en la colectividad venezolana, pero
bajo un nuevo enfoque. La teoría política habla de esas grietas en la sociedad
que nos separa como ciudadanos que compartimos un mismo territorio. La teoría los
define como “Cleavage” o “Clivaje”, lo
que se puede traducir como “ruptura
política”, también podemos definir un Cleavage
como una división social, división que permanece como sentimientos
históricos que nos dividen, los que en su mayoría de las veces subsisten adormecidos
hasta que surge un disparador, y entonces salen a flote, en muchos de los casos
con consecuencias terribles, como guerras civiles y fratricidas.
En nuestro
país ha existido a lo largo de los años una corriente de pensamiento que
menosprecia a las grandes mayorías, situando a un sector de la población de
lado, al considerar que no están lo
suficientemente preparadas para tomar las mejores decisiones, sobre todo en el
momento de elegir, y es por ello que estos sectores necesitan de una clase
iluminada que les guie y tome las decisiones por ellos, ya que son como niños
que aún no son capaces de discernir entre lo que le conviene o no.
En Venezuela
en estos últimos cuarenta años estas dos visiones de país se han confrontado
abiertamente, logrando posicionar en amplios sectores de la población
sentimientos de desesperanza y estados de desasosiego, el sector de los que
mantienen la posición de no confiar en las mayorías, también explotan estos
sentimientos con el objetivo de tomar el control del poder por otras vías,
dejando a un lado la vía electoral.
Planteamientos que van desde llamar a los
sectores militares para que se subleven y retomen el “hilo democrático”, hasta
llamados a intervenciones de fuerzas internacionales, justificando estas
acciones con argumentos que giran en posiciones de superioridad moral, ungidos
por una verdad superior que los mueve para “liberar” a nuestra nación.
Ahora en
pleno siglo XXI, estos iluminatis,
que no creen en el pueblo, entendiendo pueblo como lo define Norberto Bobbio: “como
aquella parte de la población que se moviliza políticamente”, esta casta elitista
considera que este pueblo socialmente marginado no ha sido capaz de quitarse de
encima este desastre de gobierno, sintiéndose autorizados por ello a realizar en
una de sus últimas cruzadas, una campaña llamando a no votar, despreciando el
mayor acto de movilización política democrática con argumentos casi infantiles,
como que “el que vota no elige”, o que el CNE ya tenía los resultados de la
elección del 20M, o que la comunidad internacional nos haría el trabajo.
Argumentos que no son constatables con la realidad política del país. Lo que sí
es un hecho cierto, y ha sido demostrado en más de una oportunidad, es que al
gobierno se le ha derrotado electoralmente en múltiples oportunidades, la
diferencia con el momento actual es que no hubo una posición sólida y unitaria para
enfrentar a el gobierno de forma democrática, como si la hubo en los momentos
anteriores en los que se logró el triunfo por la vía electoral.
Estos grupos
prefieren seguir apostando a la salida rápida, no pueden aceptar que alguien
que no pertenece a sus filas pueda derrotar al gobierno, para ellos es
inaceptable que en su proyecto mesiánico de la toma del poder por actos nada
democráticos, sea truncado por un grupo de venezolanos que se atrevieron a
desafiar en un solo acto a los poderes fácticos que este grupo representa, y al
mismo tiempo al gobierno que encabeza Nicolás Maduro, con una política clara y el
planteamiento de la utilización del voto como una de las armas que nos da la
democracia para cambiar a quienes nos gobiernan. Prefirieron, y así lo
manifestaron, la continuidad de Maduro en Miraflores, para seguir con su plan,
que no es otro que el asalto del poder, despreciando a las grandes mayorías, las que
no se ven representados en este pequeño sector de la dirigencia política
venezolana que se sienten ungidos por la justicia divina.
Nuevamente la
gran mayoría de la población, la que atraviesa a diario las tragedias de un
gobierno indolente, se ve desarmada frente a una realidad política y económica que
pareciera no tener salida, la vía democrática parece agotarse, ¿será eso lo que
algunos pretenden? ¿formará parte del plan?, yo por mi lado prefiero seguir
confiando en las mayorías, así a veces no tengan la razón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario