La contienda
electoral pautada para el 8 de diciembre nuevamente se ha planteado en términos dicotómicos ,
escuchamos voces que nos hablan de la batalla final, o ganamos o no hay nada
que hacer, el Armagedón. Bajo esta concepción
de la política es muy difícil que logremos avanzar, una campaña electoral que
debiera estar basada en algo tan importante para la democracia como es la
elección de sus concejos municipales y sus alcaldías, instancias que acercan al
ciudadano al poder real, no es lo que se asume
como tema para el debate. Este debiera ser el
momento de la evaluación de aquellos que fueron designados democráticamente
para cumplir con la función de administrar el municipio, con el voto podemos
premiar o castigar, juzgar el trabajo que se hizo desde las alcaldías, este sería el escenario ideal, pero no,
quieren llevarnos a votar por buenos o malos, ineficientes y eficientes por
igual sin poder evaluarlos, la gestión no es lo que importa, lo importante es contarnos
para ver quien representa la primera minoría del país, que absurdo.
Reafirmar a la población que desde estas instancias es que podemos colaborar para solucionar sus problemas más sentidos, ya que es desde allí que
se pueden acometer políticas públicas para lograr mitigar sus angustias, debiera ser el mensaje. Pues
no, eso no es lo primordial para algunos, lo importante no es elegir a los
mejores y más capacitados para resolver los problemas de la gente, es
simplemente contarnos en un proceso electoral plebiscitario. El objetivo para
los sectores en pugna es ver quien obtiene la mayor cantidad de votos a nivel
nacional, que para unos sería la reafirmación de que obtuvieron el triunfo en
abril, y para otros sería demostrar que hubo fraude. Veamos, y asumiendo que
esta sea la estrategia: si triunfan los que apoyan la tesis del fraude, ¿cuál
sería la respuesta lógica?, pedirle la renuncia a Nicolás, entraríamos en el retornelo
de “nico vete ya”, volveríamos a convocar a la gente a las calles y a no
abandonarla hasta que renuncie el que ahora se encuentra en Miraflores,
llamaríamos a la fuerza armada a derrocarlo, ¿qué vendría después? Y si en este
escenario triunfa el sector oficialista, qué nos espera, más represión,
intolerancia, irrespeto a aquellos que no comulgamos con esta forma de
gobernar, seguirán las instituciones secuestradas y sin cumplir con sus
funciones, la inseguridad y el alto costo de la vida seguirán en ascenso, ¿eso
es lo que nos espera? El mundo kafkiano.
Pero en esta competencia irracional podría ocurrir otro escenario; que sea la
abstención la triunfadora. Y si esto ocurre ya escucharemos de quienes dirigen
esta estrategia plebiscitaria, que los que no votaron son unos irresponsables,
insensibles, oportunistas, o que están bozaleados por las “dadivas del gobierno”,
que estamos adormecidos y no somos capaces de exigir nuestros “derechos”.
Frases como estas ya las hemos oído en boca de algunos, pero no podrán pensar estos
amigos, de un lado y del otro, que la mayoría de los venezolanos se han
expresado de esta manera para hacer sentir su voz exigiendo eficacia en el
manejo de los fondos públicos, y de alguna u otra forma, que los que hacen
oposición sean capaces de innovar y proponer soluciones. No soy muy asiduo a ir
al cine, algunas veces voy, pero lo que no haría es ver una película dos veces,
y menos si esta ha sido mala, y lo que estoy viendo en la actualidad es que
pretendemos repetir un mismo guion, y algunos nos quieren hacer ver una
película repetida, y yo, como muchos, no estamos dispuestos a volverla a ver.