Hay muchos que predican que hay que tomar la calle, ¿tomar
la calle?, alguien podría preguntar si la debemos tomar con hielo o seco, pero
este tema es muy serio para tomarlo a chanza. Especialmente para algunos que
sienten que no hay salida a la crisis que está afrontando nuestro país, frente a otros
que pretenden pescar en río revuelto y se escudan en el llamado a
manifestaciones de calle de todo tipo, creyendo que con ello se mantendrán en
la cresta de la ola para ocupar algunos espacios de representación popular, sin
caer en cuenta que el país de los comunes, y no usando éste término con la
connotación histórica de la Cámara de los Lores, sino de la gente de a pie, los
ciudadanos que día a día deben ganar el sustento para su subsistencia, por cierto
nada fácil en estos momentos en los cuales el salario es más que insuficiente, donde nos referimos
a un universo de más del 90% de la
población que no activa en política. La gran mayoría del país se encuentra
ocupado en ser habitantes de sus espacios, ocupándose de sus quehaceres
cotidianos, antes que ser activistas políticos.
Hay algunos que no han querido entender que no puedes
mantener a una población, que tiene necesidades de todo tipo, en una constante
crispación política, ya que todas las teorías politológicas, sociales y psicológicas han
demostrado que el ser humano busca vivir en sana paz y en procura de su confort,
que este es su primer objetivo de vida, que somos animales gregarios que nos
gusta vivir en comunidad y en sociedad, y estas características nos han hecho
unos sobrevivientes a lo largo de todos los eventos que se han presentado en
nuestro planeta por miles de años desde que apareció la raza humana.
Todo esto ¿por qué?, veamos: a los venezolanos se les viene
sometiendo a una contienda y a un enfrentamiento político sin pausa ni descanso
por más de 14 años, desde que se dio el cambio del Sistema Político Venezolano en
1998 con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia, el que le dio un giro a la acción política que por años
nos había acompañado, la que llamó el
investigador Juan Carlos Rey “el sistema
populista de conciliación de elites”, para con ello identificar los
primeros años de la naciente democracia que a partir de 1958 se trató de instaurar,
escenario político que fue cambiado por la nueva elite gobernante encabezada
por un presidente que llega al poder, en gran parte por el agotamiento de este
juego político acompañado por el deterioro de las instituciones del
Estado, es allí donde el nuevo presidente desarrolla y apuesta todo su accionar
político, a un sistema de confrontación, donde desaparece el adversario y nace
la figura del enemigo político. Esta
situación ha llevado a la población venezolana a vivir una gran cantidad de
eventos de calle que es bueno recordarlos, como fueron marchas a granel, paros, huelgas
generales, y otros tantos para culminar en golpes de estado. También nos hemos
visto inmersos en 19 procesos electorales en un corto lapso de tiempo, los más
recientes las presidenciales del 7 de octubre de 2012 y el 14 de abril de 2013,
las que contaron con las más alta participación política electoral de los
últimos tiempos, donde los ciudadanos se abocaron a cumplir con su
responsabilidad política de acudir a todas y cada una de las manifestaciones
convocadas por los diferentes actores políticos, culminando su acción ciudadana
acudiendo masivamente a votar. Este es un hecho cierto y constatable, los
venezolanos han cumplido con el deber de elegir.
Ahora, y retomando el tema de la calle, es necesario hacer
entender a los que pretenden seguir este esquema de exacerbación de la vida
ciudadana, que lean el mensaje que el día sábado 3 de agosto les envió un
sector mayoritario de los venezolanos, cuando fueron convocados a marchas y concentraciones, de un lado por el
gobierno y del otro por los sectores que lo enfrentan, que sin temor a
equivocarme han sido, ambas, las concentraciones más exinanidas vistas en los
últimos años, en donde la ciudadanía envió un mensaje claro, el cual está
siendo refrendado por los últimos estudios de opinión pública, en los cuales la
mayoría de los venezolanos exigen diálogo y el cese de la confrontación estéril
por parte de los sectores en pugna, para que se ocupen y coadyuven a resolver
los graves problemas que agobian a todos y cada uno de los ciudadanos, sin distingo
de sus preferencia política, este es el llamado que se hace por parte de estos
sectores mayoritarios; qué se espera, será por la consigna que recorrió la Argentina
en el 2001, compartida por nuestros hermanos brasileros hace poco; ¡que
se vayan todos!
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