Hace algunos años se puso de moda colocar en la parte
interior del automóvil, cercano al parabrisas, la gorra militar, fuera esta de
cualquiera de sus fuerzas, era como una forma de prevenir a los “civiles” que
tuviesen cuidado que en ese auto iba un militar. Esto duró hasta que se
sucedieron los hechos del 27 de febrero de 1989, no hubo gorra ni cachucha que
quedara visible, el miedo, o tal vez la indignación y la vergüenza hizo que
esta práctica, algo pedante, desapareciera por muchos años.
Pero al parecer el
tiempo hace olvidar a muchos las causas que llevaron a tan lamentables hechos. Actualmente
veo con indignación que esta práctica se ha puesto nuevamente de moda, pero no
por parte de los militares, sino por algunos empleados públicos que se creen de
alguna casta superior en nuestra sociedad, se observan modernos vehículos con
gorras de PDVSA, el SENIAT y el CNE, dándole también a este grupo de
trabajadores por comprar unos porta carnet como si pertenecieran a algún cuerpo
de seguridad del estado. Pero allí no culmina la cosa, ya que si fuera nada más
por pura pantallería, tal vez no importaría, por aquello que a cada quién con
sus acciones con tal no embrome a otro, es la actitud de estos servidores
públicos, que se creen superiores y te tratan con irrespeto, superando en creces
la arrogancia con que algunos oficiales de la fuerza armada tratan a los
“civiles”, por cierto término utilizado de forma peyorativa en los cuarteles
para descalificar a algún soldado.
Esta moda impuesta es preocupante, no por el
comportamiento de alguno de estos individuos, lo grave es que se encuentra
acompañada de un alto grado de militarización de la sociedad, ya los oficiales
de nuestro ejército no necesitan poner sus gorras a la vista de todos, es que a
diario y en cualquier lugar nos topamos con alguno de ellos, esto sin contar
los que ocupan en comisión de servicio cargos en la administración pública, y a
la vez se le suma la escuela de Hugo Chávez que hizo a muchos de estos
oficiales tener aspiraciones políticas, no siendo las aspiraciones el inconveniente,
ya que tienen derecho a ello, el problema se da al parcializarse por una
tendencia política y utilizar su investidura para promocionarse públicamente con
un discurso gobiernero por parte de algunos altos oficiales, que nos hablan en
un tono nada agradable, como si no fuéramos lo suficientemente capaces de
existir sin ellos.
A este discurso se le agrega un componente que ya se siente
odioso, y es la muletilla de utilizar a Chávez para todo, si van a tapar un
hueco es por mandato del “comandante eterno”, si limpian una escuela es gracias
al “líder supremo de la revolución”, y pare usted de contar, pareciera que no
se hayan sin el “caudillo eterno”. Males que venimos arrastrando desde la época
de la independencia, creemos que los militares son los salvadores de la patria,
que cosa más alejada de la realidad. Hace poco el presidente de Uruguay Pepe
Mujica en los actos de los 60 años de conmemoración del Asalto al Cuartel
Moncada, que se realizó en la Habana les espetó en sus caras que “el mundo saldrá de la prehistoria el día que los cuarteles sean escuelas y universidades”, frase
lapidaria dicha enfrente de un régimen militarista como el cubano, que ahora se
hace acompañar por el nuestro.
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