

Esta moda impuesta es preocupante, no por el
comportamiento de alguno de estos individuos, lo grave es que se encuentra
acompañada de un alto grado de militarización de la sociedad, ya los oficiales
de nuestro ejército no necesitan poner sus gorras a la vista de todos, es que a
diario y en cualquier lugar nos topamos con alguno de ellos, esto sin contar
los que ocupan en comisión de servicio cargos en la administración pública, y a
la vez se le suma la escuela de Hugo Chávez que hizo a muchos de estos
oficiales tener aspiraciones políticas, no siendo las aspiraciones el inconveniente,
ya que tienen derecho a ello, el problema se da al parcializarse por una
tendencia política y utilizar su investidura para promocionarse públicamente con
un discurso gobiernero por parte de algunos altos oficiales, que nos hablan en
un tono nada agradable, como si no fuéramos lo suficientemente capaces de
existir sin ellos.
A este discurso se le agrega un componente que ya se siente
odioso, y es la muletilla de utilizar a Chávez para todo, si van a tapar un
hueco es por mandato del “comandante eterno”, si limpian una escuela es gracias
al “líder supremo de la revolución”, y pare usted de contar, pareciera que no
se hayan sin el “caudillo eterno”. Males que venimos arrastrando desde la época
de la independencia, creemos que los militares son los salvadores de la patria,
que cosa más alejada de la realidad. Hace poco el presidente de Uruguay Pepe
Mujica en los actos de los 60 años de conmemoración del Asalto al Cuartel
Moncada, que se realizó en la Habana les espetó en sus caras que “el mundo saldrá de la prehistoria el día que los cuarteles sean escuelas y universidades”, frase
lapidaria dicha enfrente de un régimen militarista como el cubano, que ahora se
hace acompañar por el nuestro.
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