Solo basta
con caminar en la ciudad para que podamos sentir una extraña calma, la que solo
es perturbada por los enfrentamientos que
se dan por el mantenimiento del orden en las colas que se forman alrededor de
los locales comerciales que venden los alimentos regulados, llegándose a casos de
manifestaciones y trancas de vías por el reclamo de los alimentos que no llegan,
del resto podemos decir que el país sigue su curso “normal”.
Del otro
lado nos encontramos en el medio de un sector mayoritario del país que pide,
silenciosamente, la normalización de la vida ciudadana, entendiendo esta como
la posibilidad de ejercer la ciudadanía en sana paz, que no sea toda una
angustia el solo hecho de montarse en el transporte público para salir a
trabajar, que el mandar a los hijos al colegio no nos genere altos niveles de
ansiedad, el poder acudir a los locales de venta de alimentos sin que esto se
convierta en una lucha existencial, que no sintamos nostalgia por los hijos que
se van en busca de una vida mejor en otras tierras, que la inseguridad no sea
un tema diario de conversación y que los noticieros no sean partes de guerra;
pareciera que esto es mucho pedir para lograr la paz que tanto se añora.
En la
actualidad somos testigos de que algunos sectores del alto gobierno y de los
diferentes grupos de oposición comienzan a escuchar el reclamo silente que la
gran mayoría de la sociedad pide, los que claman por la posibilidad de vivir en
paz, esto se evidencia en las acciones que se adelantan hacia la posibilidad de
encuentros para el diálogo, tan necesario en los actuales momentos.
Frente la
actitud responsable de algunos dirigentes de oposición en la búsqueda del
diálogo vemos que los guerreros de las redes sociales se desatan, todo aquel
que apoya o impulsa el diálogo es defenestrado por un sector que se cree puro y
dueño de la verdad absoluta, muchos de ellos viviendo de lo mejor fuera de
nuestras fronteras, son los mismos que tienen más de 15 años llamando a la
guerra, pero no vienen a encabezarla,
disfrutan campaneando sus vasos al ver el deterioro acelerado de la economía en
el país, creyendo con ello que se acerca el fin y claman en medio de una
epopeya redentora la gran batalla final. Son los mismos que denigran de los
militares, pero esperan de ellos a un salvador, a un nuevo mesías que por
intermedio de un golpe deponga los que
hoy se encuentran en Miraflores, pero eso sí, que los llame y los sienten a su
diestra para gobernar.
A éstos que
creen en la venganza, el pase de facturas, la persecución y la eliminación del
contrario, y que además se hacen llamar demócratas, hay que recordarles que
ningún país ha superado sus crisis sin el encuentro y el entendimiento de las
partes en pugna, que en el medio de las peores guerras la salida siempre ha
contado con episodios de diálogos, los que llevan anexos acuerdos para respetar
al vencido, garantizando el futuro de aquellos que son derrotados, sin el temor
de la persecución.
No puede
haber acuerdo sin respeto a la integridad de los participantes, a la garantía
de que no habrá retaliación política de ningún tipo. Aquellos que gritan por
venganza hay que recordarles que para ello están las leyes y los jueces, que el
pase de factura no tiene nada que ver con la justicia, y que lograr un estado
de Justicia y de Derecho pasa por el mismo diálogo, y debe estar incluido en
los acuerdos que se logren en la mesa de negociación.
En el diálogo debe estar
presente el rescate de las instituciones básicas de la democracia, lo que debe
ser prioridad, pero sin olvidar las angustias y los sentires de numerosos
venezolanos que hoy se encuentran en penuria, vencer esto y superar los altos
índices de pobreza, también deben ser prioridad en la mesa de negociación, para de
esta forma poder silenciar a los guerreros del twitter.
Excelente escrito.
ResponderBorrar