Luego
de 15 años de transitada esta nueva etapa de nuestro sistema
político venezolano, tenemos la posibilidad cierta de contextualizar lo que se
pretende vender como el Socialismo del Siglo XXI. Algo más que una consigna
electoral y un discurso. Para comenzar debemos ponernos de acuerdo en lo que
entendemos por socialismo, o por lo menos una visión compartida de lo que
pretenden diferentes autores sea el socialismo, y partiendo de allí, tratar de
describir lo que podemos entender por el SSXXI, y qué nos plantea con relación
a los trabajadores y su forma organizativa, y de esta forma poder ahondar sobre
lo que pretende hacer con el movimiento sindical venezolano.
Me
voy a basar en los conceptos que un excelente investigador en las ciencias
sociales, como lo es el Doctor Miguel Van der Dijs, politólogo ligado al
gobierno, el cual ha ocupado altos
cargos en la administración pública en estos últimos años, estudioso como es, se
dio a la tarea de teorizar sobre el Sistema Político Venezolano y el SSXXI, por
cierto unos de los pocos que lo ha hecho desde la visión científica.
Como
todos los conceptos en las ciencias sociales, el socialismo no posee uno único,
muy por el contrario nos encontramos con diversas explicaciones de lo que
podemos entender como socialismo, pero
en lo que la mayoría de los autores coinciden y en especial en el investigador
Van der Dijs, es que hay diferentes sistemas de carácter socialistas, pero
estos los podemos agrupar en dos bien definidos. Uno que lo enmarca en lo que
se ha denominado el socialismo democrático, que en términos generales,
corresponde a lo que se ha conocido como el Estado Social de Derecho, sistemas
que van desde los Estados de carácter liberal hasta los Estados que ejercen un
mayor control sobre el mercado en función de lo social, y otro grupo que se ha
denominado como socialismo real, que podemos ejemplarizar con lo que significó la Unión Soviética, y lo que en la
actualidad representa el Estado socialista de Cuba. Gobiernos que asumen el control total de la economía, y por ende
priva el Estado sobre el individuo, éste último se disuelve o desvanece en la
sociedad, perdiendo sus derechos como individualidad, lo que conlleva a una
superioridad de lo colectivo sobre lo particular.
Entonces
podemos concluir que el “socialismo es aquel sistema que coloca lo social por
encima de lo individual para lograr el pleno disfrute de los derechos humanos,
que conduzca a la mayor suma de felicidad posible para sus ciudadanos.” (Van
der Dijs, 2009.25)
Ahora
el investigador nos dice que al contrario de lo que ha significado el
socialismo, en cualquiera de las dos visiones que hemos descrito, el SSXXI debe
ser una construcción original para Venezuela, que conduzca al logro de esa
felicidad posible para todos los venezolanos. Orientando la acción del Estado
al logro en la satisfacer las necesidades básicas de la población, donde todos
los factores que conforman la sociedad orienten sus políticas hacia ese
objetivo, de allí que el SSXXI se asocie directamente con la idea de
solidaridad social.
Ahora,
veamos en lo que se refiere a la posición que les toca jugar a los trabajadores
en el contexto del socialismo. Nos dice Marx (1873), que lo único que distingue
a unos de otros tipos de sociedad, es lo que él denomina la sociedad de la
esclavitud del trabajo asalariado, siendo esta la forma en que este trabajo
excedente le es arrancado al productor inmediato, al obrero. Esto es, en
palabras del investigador del cual he basado mi ensayo, lo que hay que corregir,
para que el trabajador en el SSXXI no sea despojado de su trabajo por aquel que
usurpa ese excedente, que en definitiva es el que genera la riqueza. La forma,
en parte, para lograr este objetivo, es que el Estado asuma la mayor cantidad
de medios de producción para que esta riqueza o plusvalía del trabajo sea
repartida de forma igualitaria entre todos los ciudadanos con el fin
último de lograr la mayor cantidad de felicidad posible para los venezolanos,
frase muy trillada por los partidarios del régimen.
Para
ello es necesario tener un movimiento sindical convencido de las bondades de lo
que representa el nuevo modelo de Estado que como toda revolución se encuentra
en construcción y elaboración. Algunos afirman que la revolución es permanente,
y por ello no se habla de un Estado en concreto, siempre se está transformando.
Para
ello, y desde sus inicios, el actual régimen, ha tenido claro que un enemigo a
vencer es el sindicalismo critico y contestatario, al cual la democracia enseñó
a exigir mejoras en las condiciones de vida de sus trabajadores, y esto lo fue
alcanzando el movimiento sindical con sus luchas a favor de sus
reivindicaciones, tanto en lo social, como en lo político, mediante mecanismos
reivindicativos, entre ellos la contratación colectiva y los diferentes
mecanismos de presión, por cierto uno muy desprestigiado en la actualidad, como
lo es el derecho constitucional a la huelga.
El
gobierno diseñó todo un plan para desplazar a la dirigencia sindical que no
fuese afín con el pensamiento de nuevo corte socialista. De allí que la primera
acción que realiza para tratar de tomar las diferentes instancias sindicales
fue la convocatoria a un referéndum consultivo sindical, para preguntar a la
sociedad en su conjunto si estaba de acuerdo con relegitimar a todas las
autoridades sindicales, hecho que se cumplió para el año 2000, cuando se llevo
a cabo este referéndum, y siendo afirmativo su resultado, se obligó a toda la
dirigencia sindical del país a ir a procesos electorales para renovar sus
directivas sindicales, entre ellas la más connotada, la elección de la Confederación de
Trabajadores de Venezuela (CTV), que
para el año 2001 se vio obligada a realizar sus elecciones de forma directa y
por la base con la participación de todos y cada uno de sus afiliados. Recordemos
que estas elecciones eran de segundo y tercer grado, algo que había sido
criticado por muchos dirigentes sindicales, que las consideraban de ser poco
democráticas, en ese momento me tocó la responsabilidad de ser el presidente de
la comisión electoral nacional de la
CTV, situación que me obligó a conocer con detalle lo que
allí ocurrió.
Recordemos
que el gobierno participó en este proceso electoral, siendo su candidato el
profesor Aristóbulo Isturiz, el cual fue derrotado por el trabajador petrolero,
Carlos Ortega, por cierto hoy en el exilio. Los que representaban al gobierno en esta
contienda aprovechando los ruidos que generó algunas acciones que se
catalogaron como fraudulentas, desestimó este proceso y decidió no incorporarse
a la conducción de la central obrera al no aceptar los cargos que obtuvieron en
la contienda electoral, y por no obtener la presidencia de la central sindical,
que era su verdadero objetivo.
Vemos
en lo anterior dos acciones orientadas a controlar el movimiento sindical, el
referéndum y las elecciones, pero el fracaso los obligo a replantearse otra
estrategia para lograr el fin perseguido, que no era otro que controlar al
movimiento sindical venezolano. De allí comienza la creación y la construcción
de un sindicalismo plegado al gobierno, en gran parte construido desde el mismo
Ministerio del Trabajo, el cual generó toda una política de conformación de
sindicatos paralelos, lo que llevo a duplicar en menos de cuatro años el número
de sindicatos registrados ante el ministerio del trabajo, conformando así todo un movimiento sindical afín
al régimen con el objetivo de la creación de una central sindical que
representara los intereses del propio gobierno, de allí nace la Unión Nacional de Trabajadores
(UNT), con el objetivo de desplazar, tanto nacionalmente como
internacionalmente, a la CTV,
asumiendo esta nueva central el control de todas las discusiones que tuviesen
que ver con reivindicaciones que estaban pendientes de los trabajadores.
Esto da en muy poco tiempo al traste, las
luchas internas por el control de la central obrera oficialista, y la inacción
en la conquista de verdaderas reivindicaciones laborales para la masa
trabajadora deshace este nuevo intento en la creación del movimiento sindical
plegado a la ideología gobernante. Luego un nuevo intento, que aún se encuentra
en construcción, la creación de la Central Socialista
de Trabajadores, la cual nace con más ímpetu y con lineamientos más claros, una
central al servicio del pensamiento del SSXXI, en donde los trabajadores deben
entender, que primero está el proceso que sus intereses particulares.
El
mismo presidente de la república se encargaba de aclararles a los trabajadores
venezolanos cuál es su rol, “que era eso tan bochornoso de tener
reivindicaciones que estén por encima de las de algún otro trabajador, ese solo
hecho es inmoral” (Hugo Chávez). Tener un HCM, o la asignación de útiles
escolares para sus hijos, o el pago de su educación, entre otras
reivindicaciones, es una situación que no se puede catalogar de socialista, muy
por el contrario, cualquier acción de tipo sindical en búsqueda de mejoras en
lo económico y lo social para algún sector en particular, es vista como
acciones contrarrevolucionarias. Acciones que deben ser desterradas de la
actividad sindical, ya que los trabajadores en el estado socialista deben
deponer sus aspiraciones individuales o grupales para lograr la igualación en
las condiciones de trabajo, ningún “privilegio” es aceptado, muy por el
contrario debe ser combatido por el resto de los trabajadores.
Como
podemos observar, ha sido una constante para el régimen, su interés en dominar
al movimiento sindical venezolano, y de esta forma ponerlo al servicio de lo
que se ha denominado el SSXXI, en donde los trabajadores deben deponer
cualquier aspiración individual para favorecer las aspiraciones colectivas, que
por cierto son dictadas y decididas por el conductor único de las políticas de
Estado. Con un discurso, que por cierto
ha sido efectivo a lo largo de estos últimos años, con el cual se nos vende la
idea de que todo aquello que se hace es para mejorar las condiciones trabajo de
la gran mayoría de los trabajadores. Acompañadas con frases como la no
exclusión, la superación de la pobreza, que los recursos que con que cuenta el gobierno son para el bien común y para el
logro del bienestar general, y por ello no es aceptable desviar recursos a
favor de un grupo de trabajadores que tienen aspiraciones que no se enmarcan en
los objetivos revolucionarios, haciendo ver a estos trabajadores como enemigos
del proceso y del pueblo. Y a esto se ha sumado lo que hemos llamado la
“judicialización de la protesta”, un número importante de dirigentes sindicales
han sido imputados ante el Ministerio Publico por haber realizado acciones
sindicales para el logro de sus reivindicaciones laborales, el caso más sonado,
el del presidente del sindicato de FERROMINERA del Orinoco, Rubén González, que
fue encarcelado y aún tiene régimen de presentación ante los tribunales penales.
Toda
esta política que viene impulsando el gobierno desde las esferas del poder,
utilizando todos los recursos del Estado y sus instituciones, entre estas el
Consejo Nacional Electoral, que se ha dado a la tarea de entorpecer los
procesos electorales sindicales, ha dado como resultado la desmejora en la
calidad de vida de los trabajadores venezolanos, y ha disminuido de gran manera
la capacidad de lucha del movimiento sindical venezolano.
Por
ello el SSXXI tiene claro cuál debe ser la postura de los trabajadores,
simplemente ponerse al servicio de la revolución, y entender que los
sacrificios que hay que hacer para la superación de los males sociales que
agobian a los venezolanos deben venir de parte de la clase trabajadora.
P° Daniel
Santolo